La panna cotta es un postre tradicional italiano cuyo origen se encuentra en la región del Piamonte, situada al norte, y que, literalmente, significa ‘nata cocida’ o ‘crema cocida’.
Se elabora a partir de ingredientes que encontramos a mano en cualquier supermercado como la leche, el azúcar, la crema de leche o la nata y, aunque es uno de los postres más sencillos de hacer, no deja de ser uno de los postres estrella de la gastronomía italiana dado su potente sabor.
Se trata de un postre que recuerda al flan, pero con un sabor mucho más lácteo y una textura más gelatinosa. De hecho, diríamos que el secreto mejor guardado para hacer una panna cotta de sobresaliente es, precisamente, conseguir la textura y consistencia perfectas.
Como decimos, se trata de una elaboración sencilla y que cualquiera podría realizar en casa, pero, como en todo, es necesario ponerle mimo para conseguir esa textura y consistencia de la que venimos hablando.
Se puede decir que una buena textura sería aquella en la que el postre resulta seduso, liso, uniforme y consistente, de modo que no se deshaga al más mínimo golpecito.
Hoy día, existen multitud de variedades y recetas que van desde las más clásicas a las más elaboradas o atrevidas o desde las más suaves y ligeras a las panna cottas más intensas y espesas, cuyo protagonista por excelencia es la crema.
Algunas variantes de la receta son:
– Panna cotta de fresa
– Panna cotta de moras
– Panna cotta con frutos rojos
– Panna cotta al caramelo
– Panna cotta aromatizada con ron
– Panna cotta de vainilla
– ¡Entre otras muchas!